dimecres, de febrer 28, 2007

Sobre Rodalies

Sóc un tortosí que viu a Calafell i la problemàtica de Rodalies em toca patir-ho de forma molt directa. Quan vaig arribar a Calafell fa 10 anys descobrir el servei de Rodalies va ser una grata sorpresa. Sempre que anava a Barcelona ho feia amb tren: còmode, ràpid, econòmic... A més, sense haver-te de preocupar d'on aparques a Barcelona. D'uns mesos cap aquí vaig en cotxe i el canvi és prou expressiu. Com jo molta més gent.

Aquí al Baix Penedès hi ha servei d'autobusos a Barcelona, però ni les freqüències ni el temps de viatge ni el preu (i això que el tren fa temps que va deixar de ser barat) poden competir.

La gent està encesa des de fa cinc o sis mesos perquè s'està sortint a una mitjana de dues avaries greus per setmana. Però hi ha una mar de fons que ve de cinc o sis anys enrere. No tan sols perquè les avaries i els retards ja eren freqüents, sinó també perquè el servei és exactament el mateix, en freqüències de pas i en capacitat dels trens, que l'any 91, quan es va posar en marxa. I des de llavors s'han quadriplicat els usuaris.

El que passa ara és que ja no són els vint minuts diaris de retard. És que et quedes tirat dia sí, dia no, durant unes quantes hores.

Un matís important: en aquests moments la gent ja no demana estar informada quan hi ha un problema; el que vol és que els trens funcionin i que es deixin d'altres punyetes. En un post posterior explicaré alguna anècdota sobre el servei d'informació.

Aquest ànim és fruït de la indignació generalitzada, però també de veure que el pla de xoc que va prometre la ministra de Foment és una camama: han posat un batalló d'informadors, sí, però el problema real, que és posar al dia les línies i comprar més trens continua exactament igual i se li va posant una data darrera d'una altra.

dimarts, de febrer 20, 2007

El “no” tiene frecuentemente sus razones (y 2)

La relación entre la ciudad y el campo ha sido siempre conflictiva. No se trata sólo de factores psicológicos, sino también, y sobre todo, de la asimetría entre los respectivos estilos de vida y nivel de prosperidad. Ciertamente, a veces los pueblos tienen mentalidad de campanario, pero las ciudades raramente ejercen con generosidad su papel de capitalidad.

Hace una media docena de años, el Ayuntamiento de Barcelona lanzó un globo sonda sobre la posibilidad de cobrar una especie de tasa a las personas que accedieran a la ciudad. Se argumentaba que dichas personas consumían servicios de Barcelona sin pagar impuestos por ellos. Y que dado que a diario entran un millón de personas en Barcelona, el problema no era minúsculo, sino que rozaba la categoría de tragedia.

La argumentación era impecable, pero no siempre la lógica más estricta consigue colar. Todo lo dicho era verdad, pero una ciudad de un millón y medio de habitantes que recibe a diario a un millón de personas es una ciudad de una prosperidad a prueba de bomba. Claro que los visitantes no pagan impuestos locales, pero las tiendas, los restaurantes y cafeterías, los aparcamientos, los centros comercials..., sí los pagan. Y precisamente dada esa gran afluencia, su número es mayor y, por tanto, más son los contribuyentes.

Todo ello sin olvidar que una parte de los ingresos por tasas locales proviene de las zonas públicas de aparcamiento, bautizadas con diversos colores. No dudamos de que su función es la rotación del estacionamiento, pero los ingresos de los parquímetros no los recibe el Espíritu Santo, ni consta que el Ayuntamiento los entregue a una ONG. ¿Acaso quienes visitamos Barcelona tenemos el aparcamiento gratuito?

Pero existe un argumento todavía más poderoso en contra de esa tontería de querer cobrar peaje a las entradas de Barcelona. Los supuestos incovenientes que aducía el Ayuntamiento no son sino el precio que una capital debe pagar a cambio de disfrutar de primera mano de muchos servicios y equipamientos públicos que no existen en los pueblos. Incluidos, naturalmente, los que teniendo el carácter de nacionales, se ubican en las capitales por criterios de masa demográfica o simplemente para que luzcan. Y que pagamos todos, vivamos donde vivamos.

Un ciudadano de fuera de Barcelona podría haberse puesto un poquito demagógico y hacer un planteamiento como el siguiente. Podría acceptar gustosamente pagar una tasa por entrar a Barcelona, siempre y cuando en su pueblo tuviera Teatro Nacional, universidad, museos, hospitales de primera línea, rondas en lugar de una mala carretera, metro las 24 horas en lugar de un autobús o tren al día, aeropuerto, puerto y hasta mar si no lo hubiera. Tal vez sea discutible que en cada pueblo tenga que haber obligatoriamente servicios privados, pero puestos a pedir podríamos reclamar centros comerciales, cines de estreno y hasta al Barça. ¿Quién pagaría todo esto? Que se lo cobren del peaje por entrar a Barcelona, ¿no? Se trata de una lógica retorcida, claro está, pero no menos irreprochable que la otra.

Esto puede tener la pinta de una suprema tontería, pero lo es menos de lo que parece. Por poner solo un ejemplo, las posibilidades de sobrevivir a un infarto son directamente proporcionales a la distancia hasta el hospital más cercano. Cuanto más cerca, mejor para el enfermo. Llámennos demagogos si quieren, pero a la vista está que un infarto tiene más posibilidades de no ser fatal en el centro de Barcelona que en cualquier pueblo que esté a 50 kilómetros de un hospital.

¿Por qué creen que hemos tenido que inventar un sistema de ambulancias que son hospitales móviles en miniatura? ¿Por qué hay un hospital de verdad en cada pueblo? Y aún así, dicha flota está concentrada en su mayor parte en el área metropolitana de Barcelona por consideraciones demográficas, mientras que la mayor parte de comarcas cuentan con un sólo vehículo a veces para más de 20 pueblos. Es muy doloroso preguntarse por las consecuencias de dicho reparto.

La igualdad de oportunidades, considerada en el plano territorial, es una quimera. Tomemos otro ejemplo. Aunque la oferta universitaria está hoy mucho más descentralizada que veinte años atrás, hacer una carrera sigue sin ser lo mismo para quien vive en una ciudad con universidad que para quien tiene que desplazarse desde lejos. Además, a quien le ha salido la carrera más barata le toca otra vez la lotería porque en una gran ciudad existe mayor demanda laboral y se pagan mejores sueldos. ¿Les extraña que los universitarios que “regresan” a sus pueblos sean relativamente pocos?

En Catalunya se plantea ahora (bien, en realidad llevamos 25 años planteándolo) un nuevo modelo territorial. Bien está que se reconozca la realidad de las cosas, pero debería pensarse que muchas partes de Catalunya lo que necesitan son servicios de calidad y lo más cerca posible, en lugar de nuevos órganos políticos con sus correspondientes palacetes. Además, tener oficinas administrativas cerca no es ningún premio de consolación en una época en que la mayor parte de trámites oficiales pueden, o deberían, hacerse por Internet. No obstante, incluso así, existen muchos pueblos que no pueden si quiera soñar con tener ADSL, mientras en las ciudades pueden elegir hasta los canales de televisión que recibirán por la línea telefónica.

dijous, de febrer 15, 2007

Perquè el wifi públic ha de ser de pagament?

En un anterior post vaig raonar aquest fet en base a criteris de justícia tributària i, en tot cas, a la cobertura dels costos, mínims, però costos, que tindria aquest servei. Voldria ampliar una mica més el tema.

Hi ha un bon motiu per a què el servei wifi prestar per un ajuntament tingui una quota, encara que sigui simbòlica. Hem de poder exigir. Dit d'altra forma, no ens podem trobar, davant una avaria o una interrupció del servei, que ens diguin que no ens queixem, que a fi de comptes és de bades.

És clar que això una institució seriosa no ho hauria de dir mai. Però tots coneixem casos suficients que il·lustren a la perfecció quin és el grau real de seriositat de les nostres institucions. En realitat, també sabem com les gasten les empreses privades que, tot i jugar-se teòricament els seus propis quartos i no els dels contribuents, no llueixen a major escala.

És més, em sembla que la quota que ens pogués cobrar l'Ajuntament per donar-nos accès a la banda ampla ha d'estar més orientada a sufragar el servei de manteniment que no a recuperar la inversió inicial. Aquest punt el crec decisiu. Un ajuntament petit pot embarcar-se a instal·lar wifi al seu municipi: el cost no és molt alt i sempre pot tirar de subvencions. Però el cost d'un servei de manteniment i reparacions operatiu les 24 hores del dia no sé si està al mateix abast d'un ajuntament petit.

Naturalment hi ha formes de mancomunar aquests serveis, compartint les despeses entre diferents municipis. Si és una bona solució per recollir la brossa, per exemple, també pot ser-ho per a mantenir la xarxa wifi.

En tot cas, són reflexions que deixo aquí per veure si algú s'anima a seguir aquest debat.

dissabte, de febrer 10, 2007

El “no” tiene frecuentemente sus razones (1)

Vuelve a estar de moda (el fenómeno es cíclico) decir que existe una insolidaria cultura del “no”. Que hay quien sí que quiere cárceles o líneas de alta tensión, siempre que se ubiquen en casa del vecino. Es el argumento favorito de políticos que tienen que lidiar con decisiones impopulares, pero que les entran en el sueldo. Y la consecuencia lógica de ciertas mentalidades que creen que las capitales están para lucir y el país para funcionar como vertedero de lo que afea o molesta.

El trazado del AVE por el interior de la ciudad de Barcelona ha hecho aflorar de nuevo el espectro del “no”. No pocos ciudadanos ven con reparo e inquietud el famoso túnel. Los precedentes, en el Carmel o en el Prat, les dan buenas razones para estar preocupados. Algunos políticos, pocos, son capaces de comprenderlo y se esfuerzan por explicar cómo se va a hacer la obra y qué medidas se tomarán para evitar incidencias. Los ciudadanos nos lo podemos creer o no, porque a fin de cuentas tenemos muy malas experiencias. Pero estos responsables públicos se merecen algo más de respeto que los que se limitan a señalar como insolidarios y “noístas”, o de estar manipulados políticamente, a quienes se atreven a abrir la boca.

Lamentablemente, estamos en un terreno en que la demagogia es facilísima. La practican con poco disímulo aquellos para quienes todo vale, y más en puertas de unas elecciones municipales. Y sin duda muchos ciudadanos que se manifiestan no buscan realmente garantías o seguridades, sino simplemente que le endosen al muerto a otro. Pero su demagogia no es peor que la de quienes se refugian tras esa mal llamada “cultura del no” como excusa universal para descartar cualquier oposición, por razonable y fundamentada que pueda estar. La demagogia es mal asunto, pero cierto género de tozudería institucional no lo es mejor.

Nadie quiere una cárcel en su término municipal. Ni siquiera las quieren en la ciudad de Barcelona, aunque es donde se producen más delitos en toda Catalunya. ¿Es demagógico e insolidario, pues, decir que las nuevas cárceles deberían construirse en Barcelona? ¿Que cada palo aguante su vela? Sí. Pero no lo es más que argüir que deben construise en cualquier otra parte, donde los índices de delincuencia están a años luz.

Hay buenos motivos de seguridad, por lo que nos dicen. Pero la verdad es que los pisos de los alrededores de la actual cárcel Modelo van a revalorizarse el día en que ésta se cierre. No es seguro que los pisos y casas de los municipios donde se construyen nuevos centros penitenciarios se desplomen, pero no crean que dicha vecindad hace mucho bien a su cotización en el mercado inmobiliario. Y oigan, la Modelo hace muy feo en el centro de Barcelona, pero Can Brians no resulta más estética por el hecho de estar ubicada en el municipio de Sant Esteve Sesrovires

Y no son sólo las cárceles. ¿Dónde se consume más electricidad, aunque sea por meros motivos demográficos? ¿En Barcelona o en Ascó y en Vandellòs? ¿Por qué los vecinos de estos dos últimos municipios, y los de su entorno, deben pechar con el riesgo de tener centrales nucleares? Porque dichas instalaciones tienen que estar en sitios poco poblados, para que en caso de accidente las víctimas sean las mínimas o que, en el mejor de los casos, evacuar a la población resulte sencillo. Al argumento no se le puede negar la claridad. Unos disfrutan de la comodidad que da la electricidad sin asumir los riesgos de producirla. Otros se quedan con los riesgos y, a veces, sólo con los riesgos. Una de las paradojas del país en que vivimos es que en los municipios donde más electricidad se genera los apagones son cosa de cada día.

Es muy fácil decir que uno tiene una mentalidad cerril o de campanario y que no quiere compartir los recursos naturales del territorio en que vive para que el conjunto del país sea más próspero. ¿Se acuerdan del Plan Hidrológico Nacional y de los trasvases del Ebro? Esa argumentación resuena todavía hoy en Valencia y en Murcia. Pero el planteamiento es falaz. Quienes se oponían en el sur de Catalunya a esos trasvases no eran insolidarios. Se quejaban de ser siempre los que tenían que perjudicarse en beneficio de los demás.

El llamado ministrasvase del Ebro a Tarragona disparó la renta per cápita, el desarrollo y el bienestar de las zonas que recibieron el agua. En paralelo, las comarcas de las que salió el caudal retrocedieron en esos mismos parámetros. En realidad, “exportaban” agua mientras sufrían serias restricciones (lo que al menos, y con los años, se corrigió). Ante una nueva operación de ese tipo, corregida y aumentada, no era en absoluto irrazonable levantar la voz para decir que si los recursos son de todos, también debe serlo el bienestar y la riqueza que generan. Es lo que cabe concluir de asuntos como el PHN, más allá de consideraciones ecológicas, o de la sostenibilidad de un modelo de crecimiento económico basado en el derroche.

Nos dirán que ya existen compensaciones y que no se quejen. El tema también puede plantearse al revés. ¡Qué menos! La solidaridad no tiene por qué ejercerse en una sola dirección. Si alguien se perjudica para que el conjunto prospere se merece una compensación. Como mínimo que su bienestar sea equivalente al de quienes se benefician del trasvase de aguas, del traslado de la cárcel o del paso del AVE o de una línea eléctrica. Porque, oigan, por mucho que se apele al bien general, tales proyectos siempre benefician más a unos que a otros. El AVE, por poner sólo un ejemplo, cruza centenares de kilómetros y a su paso ha sucumbido todo, pueblos enteros incluidos. Pero las estaciones donde acceder al servicio están donde están.

divendres, de febrer 09, 2007

Perquè “regalem” el cava a l’exterior?

En els darrers temps, he publicat en mitjans de premsa escrita (també estan penjats en aquest bloc) dos articles sobre la baixa cotització que el cava té fora de les nostres fronteres. Alguns lectors amics no han entés la tesi principal d’ambdòs textos. A saber: que Pirineus enllà el cava es vengui molt més barat que el xampany francès no és tan greu com que es vengui gairebé a preu de sangria de tetrabrik. Sóc conscient que la diferència pot ser subtil, o brutal segons com es miri, però intentarem explicar-ho de la forma més entenedora possible.

En un país com el nostre, que té una mínima cultura enològica, qui més qui menys és capaç de destriar el gra de la palla i descobrir bons caves sense buidar-se la cartera. No obstant això, el nostre mercat té una estructura de preus que ens ajuda bastant a determinar què podem esperar del producte i què no. Vegem-ho.

Un bon brut es pot aconseguir per uns 6 euros de mitjana o menys i tot, però un brut de marca blanca, fins i tot del mateix elaborador, no passarà dels dos euros o dos euros i mig. Això no vol dir que el brut del supermercat sigui dolent: vol dir que no podem exigir-li gaire més que el fet de complir la normativa d’elaboració.

La diferència entre un cava de marca blanca i begudes escumoses vagament semblants i d’inferior qualitat, que sobreviuen als prestatges dels centres comercials i a algunes botigues, també està ben clara: rarament costaran més de la meitat que el cava més bàsic i senzill.

I si ho agafem pel costat de la gama alta, un gran brut amb tots els cognoms possibles se’ns pot disparar per damunt dels 20 i dels 30 euros. Com que costa de cinc a sis cops el que un producte decent i prou, podem esperar-ne molt més i el resultat, fora d’excepcions, està en consonància amb l’expectativa despertada pel preu.

Per la seva banda, els xampanys francesos lluiten en una altra guerra, sobretot perquè la seva gamma alta és realment alta i perquè de mitjana són una mica més cars que els nostres caves. Però l’estructura de preus compleix la mateixa funció informativa: tot i que per al gust de casa nostra possiblement no n’hi ha per tant, tothom pot fer-se una idea del que cal esperar quan en va a comprar.

Paradoxalment, en altres països de molta menys cultura enològica, com podria ser el cas del Regne Unit, citat en els articles anteriors, els preus no serveixen de cap orientació. No hi ha equivalències, ni que siguin aproximades, entre un cava i un xampany francès. De mitjana, el cava de marca pròpia es vendrà per la meitat que el xampany, sense que hi hagi diferències reals de qualitat. Si parlem de cava de marca blanca, el seu preu pot arribar a ser deu vegades inferior i, si bé la diferència, en aquest cas, és més justificada, la desproporció, no.

Aclarim que algunes d’aquestes diferències són lògiques, ja que depenen del propi producte, del gust del consumidor, del tipus d’establiment (no és el mateix un supermercat hard discount que una botiga de conveniència oberta les 24 hores) i del país i de les zones dins de cada país. Però la major part de les diferències són desconcertants i maregen al consumidor. No tant en el segment superior de preus, sinó en l’inferior.

Quan un cava de marca blanca costa poc més que begudes amb bombolles d’aquelles que es poden posar al cotxe si ens quedem sense benzina, es crea una distorsió en la percepció del producte. El cava, fins i tot el de marca blanca, és d’una qualitat enormement superior a brebatges gasosos com el bucks fizz, que preparat com a còctel no és dolent del tot si a un li agrada, però que en la versió embotellada compliria a la perfecció el paper de combustible d’emergència. Al prestatge d’un supermercat, tanmateix, la diferència de preu és mínima.

Naturalment, qui no entengui del tema, o no tingui el gust mínimament educat, conclourà que el xampany és infinitament millor que el cava. Una altra cosa és que no li arribi la butxaca o que opini que la qualitat del producte francès no justifica el seu preu. El que sí és evident és que l’estructura de preus no ajuda a fer comparatives correctes, desinforma al consumidor i estén, amb cert grau de raó, l’ombra del dubte sobre els nostres productes.

Hi ha molta més informació que complementa aquesta percepció. El bucks fizz embotellat escurça distàncies de preu any rere any. A certs llocs d’Europa el cava està d’oferta per Nadal, que se suposa que és l’època de més consum: si algú ens pot explicar aquesta sagaç estratègia li estarem molt agraïts. Hi ha supermercats en què el xampany està protegit contra els furts, mentre que el cava, fins i tot el que puntualmente supera en preu al xampany, no: això ho diu gairebé tot sobre el valor que li donen.

Més encara. No és difícil veure com el cava s'usa com a regal a certes botigues de delicatessen per premiar compres a partir de cert import: no seria una mala idea promocional si no fos perquè desprès el cava està gairebé amagat a les prestatgeries i perquè si el regalen com a incentiu és perquè no se'l treuen de sobre ni a tres. I, finalment, el preu del cava als establiments europeus només s'ha revaloritzat en unes poques cadenes de supermercats de preus rebentats que han decidit reorientar el negoci.

Tot això no passa per casualitat ni els preus equívocs han estat inspirats per la Providència. Els elaboradors de cava fa molt temps que venen salvant els mobles gràcies a les exportacions, vist que sense necessitat de boicots el consum a casa nostra cau d’any en any. S’entén doncs, fins a cert punt, que vulguin assegurar-se l’èxit als mercats de fora. Però el seu nínxol de mercat, no tant el que han trobat o han sabut ocupar com el que s’han buscat deliberadament, és el que és: el “low cost” del sector de begudes.

Es pot dir més fort, però no més clar: el cava no té sortida als mercats europeus per consideracions de qualitat, sinó únicament per qüestions de preu. Diguem-ho clar: perquè el cava és més barat que el xampany. Podem treure el pit tot el que volem, però les coses són així.

A més, tot plegat és coherent amb certes estratègies basades en fer veure que el sector va bé en nombre d’ampolles venudes i no en termes de facturació. És una altra conseqüència de tenir una indústria cavista possiblement sobredimensionada. Jo, com vaig expressar anteriorment, continuo preguntant-me perquè cal assolir récords de producció i de vendes, si l’èxit consisteix a vendre més de la meitat de l’anyada a preu de gasòfia Pirineus enllà.

Muntem-ne una sobre el wifi local públic?

No cal que fem un Ebrewifi, però que us sembla si animem una mica el cotarro cridant a la discussió sobre el tema del wifi públic local? Jo ja m'he enrollat prou amb un parell de comentaris particularment extensos. Agrairé comentaris sobre com s'hauria d'organitzar aquesta qüestió. Algú que ho tingui més per mà no podria mirar de muntar alguna llista de discussió?

El cas curiós de Calafell

A Calafell l'Ajuntament està instal·lant unes minitorres de telecomunicacions per donar cobertura de tota mena de serveis: televisió analògica i digital terrestre, telefonia mòbil, wifi, la ràdio local i les comunicacions dels serveis d'emergència (policia local, ambulàncies...).

La cobertura actual és deficient i això que Calafell és un municipi amb massa demogràfica (s'acosta als 30.000 habitants) i prop de Barcelona. Però l'orografia és complicada i la trama urbana és molt dispersa: tres nuclis de població i 30 urbanitzacions escampades per aquí per allà, algunes d'elles literalment on Jesucrist va perdre la gorra, com diu la frase propular.

S'hi han donat paradoxes molt curioses. Per exemple, el passeig marítim és un dels llocs més transitats i que concentra bona part de l'activitat econòmica. Doncs la telefonia mòbil encara tira, però el wifi és un desastre. Sabeu perquè? Perquè els edificis de primera línia de mar són molt alts i tapen el senyal de les antenes, que estan al darrera. Si no et poses directament sobre la sorra de la platja, per agafar angle i distància...

En realitat, el senyal de telefonia mòbil arriba "alto y claro" perquè el passeig marítim està obert cap a la banda del mar per motius evidents, i el senyal que arriba és el que els operadors tiren a tota pastilla des d'altres punts de la costa.

Una altra curiositat. Dues urbanitzacions (que es diuen Mas Romeu i Calafell Park i sumen uns 6.000 veïns) tenen adsl gràcies a que els passa pel costat l'autopista C-32 (la dels túnels del Garraf). No és per l'autopista en sí, sinó perquè la concessionària va encarregar a Telefònica una xarxa de telecomandament, que té una subestació just davant de Mas Romeu. Telefònica ha tirat fil des de la subestació cap a les cases.

La conya marinera és que a Mas Romeu t'instal·len una adsl en unes 24 hores, però si demanes una línia de telèfon normal i corrent et triguen tres o quatre mesos, perquè el fil en aquest cas ve per una altra banda i el barri està a tres o quatre quilòmetres del centre. O sigui, que si ja tens telèfon, l'adsl t'arriba a casa abans que si visquessis al Passeig de Gràcia. Però si no, vas apanyat.

Ves que els costaria resoldre-ho de la forma evident, però jo ja fa molt temps que no confio en la intel·ligència de Telefònica. No obstant, aquests dos barris encara s'han de considerar afortunats. Altres de més aïllats gairebé s'han de comunicar amb l'exterior amb senyals de fum.

Per acabar amb els exemples i no avorrir. L'Ajuntament té un munt d'edificis interconnectats amb enllaços de ràdio digital. Una virgueria que tira a tota pastilla i va evitar l'excavació de més de 50 quilòmetres de rases. Però dins de l'edifici principal de l'Ajuntament gairebé no es pot parlar pel mòbil. La Casa Gran queda "tapada" pel castell, que és just al darrera i en una posició més elevada i prominent, i allà no hi ha qui parli...

Les noves torres de comunicació resoldran molts d'aquests problemes. El projecte està molt ben fet. S'han buscat tres emplaçaments molt ben pensats, per assegurar la màxima cobertura, no molestar a la vista i estar lluny de nuclis habitats. Només cal veure el mapa de cobertura actual i el que hi haurà d'aquí a unes setmanes per adonar-se del canvi.

Em queda el dubte de si l'Ajuntament ha de pagar la correcta difusió del senyal de televisions privades (o fins i tot de públiques d'abast nacional i estatal). Em queda el dubte que els contribuents els haguem de facilitar millor cobertura a les operadores de mòbil o de wifi. Però la demanda ciutadana hi és i, com gairebé tot als pobles i ciutats, va a petar contra l'Ajuntament. No s'hauria de confondre l'accès a la societat del coneixement amb el Salsa Rosa, però també tenim el material humà que tenim.

Han de posar wifi els ajuntaments?

En l'Ebrebloc va sorgir la qüestió de la connexió wifi i la possibilitat que els ajuntaments l'ofereixin com una forma de trencar l'escletxa digital territorial. Penso que aquest plantejament és molt correcte, ja que tendeix a igualar l'accès a la xarxa, la qual cosa podem ben bé considerar avui un dret tan fonamental com l'accès a l'aigua o a l'energia elèctrica.

Com vaig comentar a l'Ebrebloc, el cost per a un ajuntament és relativament baix. Potser un ajuntament petit no hi arriba, perquè, en contra del que dir el Manel Zaera, la costa no és completament gratuïta. Un senyal que viatja per l'aire és certament molt més econòmic que un que passa per un fil que cal instal·lar. Però el senyal inal·làmbric requereix al menys un emissor de senyal i un pal per penjar-lo.

En tot cas, el cost que un ajuntament ofereixi wifi als seus conciutadans no és superior al de moltes despeses imbècils i prescindibles que els ajuntaments fan de forma habitual. Molt possiblement costi molts més esforços de paperassa aconseguir la llicència d'operador de telecomunicacions, que de diners per instal·lar el sistema.

Un cop dit això, no tinc tan clar que el servei wifi ofert per un ajuntament hagi de ser necessàriament gratuït. Consti que la idea de la gratuïtat no em cau antipàtica per sí mateixa i la veritat és que em sento molt incòmode defensant els peatges amb l'únic argument que els peatges admeten en la seva defensa: que només els paguen els que usen el servei. La disquisició sobre els peatges, però, seria molt llarga i no crec que correspongui fer-la aquí.

El que és evident és que hi ha arguments de justícia tributària per a què el cost d'un servei prestat per l'Administració repercuteixi de forma equitativa en la població. Abans hem posat l'exemple de l'aigua. Algú s'imagina que ens vulguessin cobrar el rebut sense rebre subministrament? Sé que no és exactament el mateix, però crec important que el wifi públic tingui alguna mena de quota, almenys simbòlica, per evitar situacions de greuge comparatiu.

No es tracta només de la diferència entre els que es connectessin a aquest servei i els que no (perque l'haurien de pagar via fiscal els que no el vulguessin?). A l'Ebrebloc es va plantejar el wifi públic com una forma que l'accès a internet arribi a pobles que no gaudeixen de connexió a càrrec de cap operador privat. Però també es pot plantejar intel·ligentment com una forma de portar la xarxa a nuclis i barris apartats d'un municipi amb un nucli urbà consolidat que disposi del servei per fil a càrrec d'operadors privats.

En aquest cas, o l'Ajuntament dóna servei wifi gratuït a tot el terme municipal o s'arrisca que els veïns del nucli urbà li reclamin que els pagui el rebut de l'adsl. Barbaritat? Potser sí, però no tant com sembla a primera vista. Sobretot si pensem en l'accès a Internet com un servei bàsic, que és la mena de servei més igualitària que hi ha, al menys en teoria.

En un post posterior explicaré la situació curiosa que es dóna al poble on visc (Calafell) i que ja vaig avançar a l'Ebrebloc.

dilluns, de febrer 05, 2007

El culebrón de la OPA llega a su fin

Gas Natural ha tirado la toalla. La alemana E.ON se convertirá, salvo sorpresas de última hora, en la nueva propietaria de la primera eléctrica española Endesa. Con ello se pone fin a un culebrón que ha durado año y medio. Gas Natural acaba cediendo por no querer mejorar su oferta, que se quedaba notablemente atrás de lo ofrecido por E.ON y de la valoración actual de Endesa en el mercado bursátil. Es decir, se retira por motivos meramente económicos. Pero toda esta historia ha estado politizada de principio a fin.
La trama argumental de esta OPA es tan complicada que hasta su propio final puede resultar enrevesado. El equipo directivo de Endesa se encomendó a E.ON para salvar sus poltronas y el conglomerado energético alemán puso sobre la mesa una oferta irrebatible. Sin embargo, cabe preguntarse si E.ON va a mantener idéntica generosidad una vez libre de la presión de Gas Natural. Y otrosí. Hasta la fecha, Endesa navegaba a toda máquina en el mercado gracias a una pugna que pasa a mejor vida. Y falta ver que ocurre con Acciona, que acudió a pescar al río revuelto y posee hoy el 20% de Endesa, lo que podría constituir una “minoría de bloqueo” que frene a E.ON.

Entre una cosa y la otra, aún tendremos que ver como a Manuel Pizarro y compañía el tiro les acaba saliendo por la culata. No sería extraño, dada la acumulación de despropósitos e insensateces que adornan esta historia. Pero dadas las danzas y las contradanzas vividas, incluido el presunto tráfico de información confidencial, tememos estar más bien ante una escenificación teatral con un guión milimetrado, cuando no ante una camama.

Pero todas estas consideraciones, teatro incluido, no trascienden de lo exclusivamente económico. Y la OPA ahora en fase resolutiva ha tenido un componente político fuera de cualquier consideración lógica. El presidente de la Generalitat, José Montilla, hablaba esta semana de operación contra Catalunya. Sí y no.

Nunca cabe esperar mucho de quienes prefieren una empresa alemana a una catalana. De quienes creen que si un negocio llega desde Catalunya es una invasión, pero que si lo hace desde Alemania es lo más normal del mundo. O de quienes afirman, como Esperanza Aguirre, que Catalunya no forma parte del “territorio nacional”. Pero también cabe plantearse si la acogida que la OPA de Gas Natural recibió, habría sido la misma si no hubiera coincidido en el tiempo con la tramitación del nuevo Estatuto de Catalunya.

Pero la cuestión puede plantearse también al revés. Endesa y la derecha política y mediática se envolvieron con la bandera, unos para no perder la silla y los otros para quemar al Gobierno con el pretexto de la supuesta destrucción de España. Pero posiblemente Gas Natural erró no sólo en elegir un momento poco propicio, sino en plantear una OPA de gran alcance como un negociete de caja de ahorros de pueblo. La escena grotesca del directivo hablando en un castellano innenarrable no puede ser más ilustrativa: ¿con todo el dinero que había en juego, nadie fue capaz de escribirle el discurso, y hasta hacérselo ensayar, para que no metiera la pata?

No se confunda lo que queremos decir. Nadie es culpable de nada por tener su sede social en Barcelona y a cualquier persona informada le da risa pensar que la gasista aliente pretensiones independentistas radicales. El error de Gas Natural es haber sobrevalorado lo que significa tener detrás a una entidad como la Caixa. Este episodio ha confirmado que la caja catalana, que controla multitud de intereses en los sectores más diversos, es poderosísima, pero no todopoderosa. Ahora hemos descubierto que la inmensa mayoría de españoles, no sólo catalanes, desayunamos, comemos y cenamos Caixa cada día, pero que en Europa existen fuerzas financieras más poderosas o al menos con mayor voluntad de poner el dinero encima de la mesa.

Endesa ha maniobrado con mucha habilidad en toda esta historia y ha contado con apoyos políticos inusitados. Pero no es menos verdad que Gas Natural buscaba un saldo y que los duros a cuatro pesetas, frase de origen catalán por más señas, hace tiempo que pasaron al baúl de los recuerdos.

Hay algo más que Gas Natural debiera tener en cuenta en la imprescindible autocrítica que debería realizar. E.ON es un gigante con tics monopolísticos y con un trato hacia sus clientes manifiestamente mejorable. Cuando provocó un apagón en nueve países por ahorrarse unos eurillos, dejó constancia fehaciente de cómo las gasta. En no pocos sitios añoran los monopolios estatales y hasta las empresas que les sucedieron y que fueron compradas por E.ON. Quién lo iba a decir. ¿Pero qué imagen resulta de vivir en un país en que el agua, la luz, el gas, la gasolina, los aparcamientos, los peajes de las autopistas, los centros comerciales y hasta los parques de atracciones, están en las mismas manos?

Por si la fama que le precede no fuera suficiente, pronto tendremos oportunidad de saber cómo funciona E.ON. Pero a Gas Natural, a Repsol o a Acesa ya las tenemos conocidas desde hace muchos años. No es que funcionen mal de ordinario. Es que basta con que caigan cuatro gotas para que su servicio sea tercermundista. Además, Endesa es un cuasimonopolio, pero al menos tiene la comptencia de Iberdrola. ¿Alguién quiere hacer el ejercicio intelectual de descubrir qué alternativas existen a Gas Natural? No se esfuerzen: sólo existe el butano, que pertenece a Repsol, la cual está también en el cotarro del fuel.

En definitiva, con E.ON vamos a sufrir lo malo y lo peor de un monopolio de alcance europeo. Pero el monopolio de E.ON no es peor que otros más cercanos. No hay que confundir la velocidad con el tocino, pero tampoco la seriedad, la eficacia y el buen servicio con el color de la bandera con que uno se envuelve.

L'exemple de la Marfanta

Ara que he reactivitat aquest bloc moribund, o directament mort, m'emmirallo de l'exemple de La Marfanta. L'amic Gustau Moreno hi penja opinions personals, però també textos elaborats per obligació professional que no obstant considera de prou interès com per posar-los al nostre abast.

Justa la fusta! Jo no és que no tingui opinions, sinó que sovint les expresso en molts articles que escric amb altres finalitats. Els aniré penjant aquí i al menys li assegurarem alguna vida al bloc.

Prometo fer propòsit d'esmena complet i escriure també textos ex professo.

En tot cas, pel que fa a l'idioma, si aprofito textos els aprofitaré en la llengua original en què hagin estat escrits. Molts seran en castellà i alguns, pocs però alguns, en anglès. La resta, probablement la gran majoria, seran en català.

És una mica trist fer aquesta explicació prèvia, perquè per mi l'idioma no és cap problema. Tinc clar qui sóc i d'on vinc, i quines són les meves prioritats. Un cop dit això, m'és indiferent escriure en espanyol que en anglès i, si de cas, m'agradaria dominar l'anglès tant com l'espanyol.

Gran invent l'Ebrebloc

M'ha agradat molt assistir a l'Ebrebloc. Sóc un pèssim tortosí que manté un mínim fil amb el seu poble gràcies a la xarxa, la qual cosa vol dir, cada dia més, gràcies als blocs que parlen de les Terres de l'Ebre.

M'ha agradat molt retrobar persones que feia anys i panys que no veia, fins i tot coneixences de la infantesa, com la Comedianta Tortosina. I d'haver vist la cara que fan persones de les que tenia notícies i que em transmetien bones vibracions, com el Manel Zaera. Ni que sigui per això, ha valgut la pena la matinada i els cent quilòmetres i escaigs d'anada i els cent quilòmetres i escaig de tornada, atracament d'Aumar inclós.

Em sembla que he aprés algunes coses. No moltes, però algunes. Com a mínim, m'ha fet despertar la mala consciència i he tornat a actualitzar aquest bloc, que estava mort, segons la interessant definició que es va presentar dissabte. Un, que participa en un programa de ràdio sobre noves tecnologies, i que escriu aquí i allà sobre el tema, tenia el bloc abandonat... En fi, en casa del herrero...

Em van fer molta gràcia les intervencions dels polítics que van venir a la trobada. Van repetir els tòpics de tota la vida, al menys de la curta vida d'internet. Aprofito per recomanar a les persones que escriuen els discursos dels polítics que es posin al dia en matèria de tòpics. Els que vam sentir dissabte ja eren antics fa deu anys. Em sembla que tenim dret a esperar tòpics que almenys siguin actuals, no?

Finalment, considero que el moment més sublim del matí va ser quan un dels polítics va demanar una espècie de registre o de control contra les intoxicacions anònimes. De veritat: l'acudit és sensacional i sé apreciar el seu humor. El problema és que les intoxicacions, tot i ser un mal assumpte, són preferibles a la censura. A més, mentre les intoxicacions siguin tan transparents i de tan baix nivell s'ha de ser una autèntica ànima de càntir per no veure d'on ve la pedrada.

En tot cas, si el polític al·ludit ho vol, se li poden fer arribar les adreces dels blocs anònims i intoxicadors que manté el seu partit.

Gràcies novament per convocar l'Ebrebloc i per deixar-me no tan sols assistir, sinó donar una mica d'espectacle. Si algú s'anima a preparar una segona edició, que compti amb mi per tot allò en què pugui ajudar i estigui a la meva mà.