dimarts, de juny 24, 2008

Y siguen sin llamarlo crisis

El presidente del Gobierno ha anunciado un nuevo de paquete de medidas para hacer frente a una situación que sigue empecinado en no calificar de crisis. El diccionario ha quedado casi completamente expurgado de sinónimos y circunloquios con tal de no pronunciar un vocablo que parece maldito. No es un simple problema semántico, ya que el riesgo de querer arreglar los problemas a base de palabras es muy alto cuando se evidencia tal lejanía de la realidad.

Es una impresión que le queda a cualquier espectador desapasionado que repase las medidas anunciadas por Zapatero. Suenan bien, no cabe duda de ello. Pero unas cuantas de ellas poco o nada significan más allá del titular de prensa. Lo de la austeridad gubernamental nos parece hasta pedagógico, pero también hay que decir que la congelación de los sueldos de los altos cargos es literalmente el chocolate del loro. Otra cosa es que su auténtica finalidad sea la de parar golpes.

Es más, echar mano de la socorrida y eterna reforma de la Formación Profesional para poder decir que se trata de medidas estructurales, alcanza casi la categoría de chiste. Y no porque a la economía española no le convenga mayor productividad, sino por la escasa ambición que refleja echar mano de un recurso que han usado todos los gobiernos de los últimos treinta años en un momento u otro.

No falta quien ve el lado positivo de la cosa, recordando que, aunque se evite la palabra crisis, el Gobierno por fin se ha mostrado algo más realista. Algo es algo, evidentemente. Pero fiar el control de la inflación a la caída de los precios del petróleo es esperar mucho. En realidad es ser iluso. Aunque no luce con mayor brillo el ministro de Economía, que casi nos suplica que este verano no dejemos de irnos de vacaciones, ya que lo de animar el consumo para que la máquina no se pare tampoco es lo que se dice una medida revolucionaria.

Mucho nos tememos que la cuestión es que el Gobierno se confunde de problema. Zapatero saltra a la palestra tras haber mostrado una alarmante falta de cintura y recibido críticas por doquier, y haber constatado, de paso, que el PP ha resuelto más o menos sus problemas y que se podrá dedicar a hacer de oposición. Es decir, quiere solucionar lo que considera un problema político y no una crisis económica grave, se la llame como se la llame.

divendres, de juny 20, 2008

Miss Internet, quina rucada


Aquesta tarda estava traginant per la web de Miss Espanya. Ep, motius professionals estrictes. Resulta que al poble on visc (Calafell), hi ha una persona que l'any passat va ser Miss Tarragona i, per tant, es va presentar per Miss Espanya. Dissabte que ve a la Lilian Carnarvon, que així es diu la mossa, li fan una espècie d'homenatge i reconeixement. Estava buscant alguna dada seva i el google m'ha enviat a la web del concurs de Miss Espanya.

Però no era d'això que us volia parlar, sinó d'una troballa que he fet mentre trastejava per aquest curiós paratge digital (que, per cert, és compartit amb el concurs de Míster Espanya). Entre els menús més la vista n'hi havia un titulat "Miss Internet". Tot i que m'importa un rave qui guanya aquests premis o qui s'hi presenta, no he pogut evitar clicar damunt d'un enunciat com aquest. Una "Miss Internet"? Internet té miss, com en certa època alguns li van voler buscar patró o patrona?

Doncs no. En realitat, era un espai en què els internautes als quals els vagin aquests vicis, podien votar per alguna de les aspirants a Miss Espanya i conferir-li el títol de Miss Internet. Ho trobo una rucada monumental, no cal dir-ho, que no se salva ni pel fet que sigui un invent de la xarxa, que com sap gairebé tothom és quelcom que em té el cor robat (la xarxa, no les rucades o els concursos de bellesa, ni tan sols les belleses que s'hi presenten).

He mirat si podia consolar-me pensant que la votació va servir realment per elegir Miss Espanya. Però no. Això de Miss Internet era, si fa o no fa, un premi de consolació. O ni això: més aviat se li deuria acudir algú perquè fa modern. A Miss Espanya la deurà continuar elegir un jurat d'homes, d'aquells interessats en la desfilada en banyador, però que fan un examen de cultura general a les candidates per donar-li alguna coartada intel·lectual a un espectacle rònec i masclista. Ja sabeu: és allò que a una aspirant li demanin que digui alguna cosa sobre Rússia, i va ella i contesta que és un país molt gran ple de gent meravellosa. Els uns per les altres.

Només al final he pogut sentir una mica de satisfacció, en la variant de satisfacció perversa. Resulta que l'última Miss Espanya oficial va ser Patricia Yurena, que s'hi va presentat en tant que Miss Tenerife. Però la votació internauta va donar guanyadora, per golejada si els resultats no estan falsejats, a Miss Granada, que atén per Antonia Triviño i és la senyora que surt a la foto d'aquesta entrada.

Ja sé que tot plegat continua sent una rucada, però mira, al menys algú els va tocar el que no sona a tot aquest despropòsit.

dijous, de juny 19, 2008

Sequía: ¿y ahora qué? (2)

Retomamos la reflexión sobre lo que cabe hacer tras la sequía. Para retomar el hilo, diremos que las lluvias nos han regalado un margen que haríamos bien en aprovechar. Sin embargo, la triste conclusión, que prácticamente puede darse por hecha por anticipado, es que no la aprovecharemos para nada.

En el área metropolitana de Barcelona respiran aliviados porque las actuales reservas de los embalses dan para aguantar con mucha tranquilidad hasta la próxima primavera, cuando entrará en funcionamiento una nueva desaladora, que proporcionará el 20% del consumo en esa región. Pero es un error, uno de tantos, fiarlo todo a esta nueva instalación. Un error, además, característico del enfoque centralista con que se está tratando esta cuestión.

Los problemas de subministro no se limitan a Barcelona. Decenas de pueblos de Catalunya sufren restricciones o directamente deben recibir agua en cisternas, pero no tienen detrás cinco millones de votos o una imagen internacional. Por lo tanto, quienes dicen querer aprovechar este momento de gracia para resolver de una vez por todas el problema del agua, deberían hablar más globalmente si realmente buscan que la solución sea, como dicen, de una vez por todas.

La interconexión de redes para llevar agua del Ebro hasta Barcelona ha sido suspendida definitivamente por el gobierno de Zapatero. ¿Debería haberse llevado a cabo de todas formas? Ciertas voces han abogado por ello. Pero nosotros creemos que no. Era una solución de supuesta emergencia, y decimos supuesta porque, aunque decidida en un momento de gran apuro, tenia características de ser una medida fija. Vaya, de esas que ahora llamamos estructurales.

En este sentido, la tregua concedida por las lluvias debería hacernos ver la necesidad de optar por otros modelos de crecimiento. Barcelona es, sin duda, un motor para el país y como tal debe mimarse. Pero la macrocefalia siempre es un mal asunto. Y la mala planificación o el crecimiento sin ton ni son donde no existen recursos que lo sustenten, no lucen con mejor brillo.

No tiene sentido alguno que un gobierno deba tomar medidas de excepción para llevar agua a territorios que no la tienen y, a la vez, esté aprobando políticas urbanísticas expansionistas en esos mismos lugares. Si algún cambio de modelo debería imponerse, tras el susto de los últimos meses, debería ser ese. No se trata de trasladar el cemento, el tráfico y la contaminación hacia donde hay agua, sino de fijar un techo de crecimiento que nos permita seguir creando riqueza, pero que podamos asumir.

Lo mismo puede decirse del tan cacareado trasvase del Ródano. Se trata de un proyecto faraónico que, para algunos, representa la solución definitiva. El problema es que sigue apuntalando un modelo equivocado. Se trata, en definitiva, de un círculo vicioso: cuanta más agua se lleve a un sitio, más probable es que siga el crecimiento alocado, que tarde o temprano acabará requiriendo todavía más agua.

Por lo demás, en época de cambio climático como la actual, confiar en el Ródano porque en los Alpes nevará siempre, es ser un poco iluso. Si dentro de veinte años, los caudales del Ródano menguaran, como ya ha ocurrido en nuestros ríos, ¿cual creen que sería el primer grifo que se cerraría?

Los trasvases, se les llame como se les llame, con perversiones del diccionario incluidas, o vengan de donde vengan, no son la solución. Hay que empezar a trabajar en otras direcciones. Desalar y ahorrar, pero también reutilizar, son verbos que deberíamos comenzar a conjugar con mayor frecuencia. También términos como riego eficiente, uso de aguas grises, bancos de caudales... La llamada nueva cultura del agua no es un enunciado retórico, sino una serie de medidas combinadas para poder afrontar no situaciones de extrema emergencia, pero si una escasez generalizada y ya permanente.

Nos sorprendre lo poco que se habla de reparar o renovar las redes de distribución. Hay un dato que deja mudo de sorpresa a cualquiera. El agua que llega a los usuarios finales (sean urbanos, industriales o agrícolas) representa el 50% de la que entra por la cabecera de los embalses. Se puede criticar, con mucha razón, el despilfarro de ciertas fórmulas de regadío, pero esas tuberías anticuadas constituyen un derroche que debería avergonzarnos.

En otras ocasiones hemos cuestionado qué sentido tiene “fabricar” agua en las desaladoras, hacer trasvases o traer agua en barcos, cuando las redes de distribución, tanto las generales como las locales, son auténticos coladores. ¿Pretenden que dichas redes acaben de rebentar a base de inyectarles más y más agua?

También aquí hay material para la discusión aprovechando la pausa que nos han aportado las lluvias. ¿Cuántos kilómetros de tuberías podríamos reparar o sustituir con lo que costaría el trasvase del Ródano? ¿Cuántos miles de hectáreas pueden ponerse en regadío eficiente con el coste de un solo mes de barcos cisterna? Hay que echar cuentas, evidentemente. Pero también acordarse de las palabras del consejero catalán de Medio Ambiente, Francesc Baltasar, cuando estaba con el agua al cuello (aunque la metáfora parezca contradictoria). Dijo entonces Baltasar que, dado que la situación era gravísima, se haría lo que se tuviera que hacer, con el coste que tuviera y durante el tiempo que hiciera falta.

La situación ha dejado de ser dramática, es verdad, pero no deberíamos olvidar que el problema, disimulado por las lluvias y la recuperación de los embalses, sigue ahí y sigue siendo grave. Tal vez no haga falta extender nuevamente un cheque en blanco, pero si adoptar un parecido talante para resolver el problema y para hacerlo con soluciones de verdad.

Sequía: ¿y ahora qué? (1)

Las lluvias han puesto fin a la situación de máxima emergencia que se ha vivido en el área metropolitana de Barcelona en los últimos meses. La solución ha venido caida del cielo y nunca mejor dicho. Pero los aguaceros no han resuelto la sequía, sólo han permitido salir del berenjenal al gobierno central y al catalán.

Ambos ejecutivos se ahorran un buen número de problemas políticos al suspender la interconexión de redes que habían aprobado como solución a la desesperada. Zapatero se quita de encima el conflicto territorial que acechaba en el horizonte. El tripartito catalán, que en este episodio ha puesto en evidencia su fragilidad, puede que consiga superar una más que probable crisis y detener una movilización social como la que sus integrantes animaron contra el Plan Hidrológico Nacional de Aznar.

También hay que decir que las lluvias han salvado la cara a los políticos, pero sólo relativamente. La gestión de esta crisis no ha podido ser peor. Y eso que se trataba de una de las crisis más “deseables” que cabe esperar: la que contiene un elemento (los cinco millones de personas que supuestamente se iban a quedar sin augua) que permite justificar prácticamente cualquier decisión impopular.

Sin embargo, no sólo se ha dado una impresión de confusión (el vocablo catalán “desori” lo ilustraría mejor) francamente decepcionante. Es que se ha nutrido a la historia universal del despropósito con abundante material. Desde pedir la incorporación de un nuevo término al diccionario para evitar hablar de trasvases hasta la increible historia de unas estacas que, milagrosamente, caían del cielo junto al Segre para señalar una obra que nuuuuuunca jamás de los jamases había pasado por la mente de nuestros gobernantes.

Todo ello aderezado con escenas de sainete, como la de un gobierno que encargaba hasta a sus miembros ateos que le rezaran a la Virgen. Nos quedada la duda de si tan insólita medida se tomaba porrque la situación era tan grave que no se atrevían a contárnosla. En todo caso, bienvenida sea la intercesión de la Virgen si ese ha sido el caso.

Y bienvenidas sean las lluvias, y la posibilidad de una cierta tregua, para poder abordar soluciones más permanentes, sin las urgencias de una situación apremiante. Pero mucho habría que cambiar en la cultura política del país. A fin de cuentas a esta situación de emergencia no se ha llegado porque no lloviera, sino porque dejamos pudrir los problemas. En parte, porque aunque los problemas acaban estallando tarde o temprano, si le toca a otro mejor. En parte, porque una situación lo suficientemente podrida permite encubrir, más que justificar, decisiones impopulares.

Pero incluso con estos antecedentes cabe la posibilidad de hacer las cosas de otra forma. Es lo que intentaremos analizar en una próxima entrada.

dimarts, de juny 10, 2008

La crisis del transporte no se debe sólo al precio del gasóleo

Los transportistas, los pescadores y los agricultores tienen razón cuando se quejan de la subida de los combustibles, porque a nadie le gusta trabajar perdiendo dinero. Pero el problema no tiene fácil solución. El remedio tampoco va a encontrarse con huelgas duras, ya que poco apoyo popular van a conseguir unas movilizaciones que, por sus formas, que no por su fondo, pueden emparentarse, sin mucha dificultad, con las de otros colectivos profesionales.

Aun menos ayuda que este problema no tenga un factor único, por mucho que los huelguistas se empeñen en reducirlo al coste del gasóleo. Nos duele decir que una parte del problema radica en que estamos ante sectores posiblemente sobredimensionados. No tanto en la pesca, o en la agricultura, como en el transporte. Y nos duele, porque nuestras simpatías siempre estarán con los emprendedores que, un día, deciden iniciar su propio negocio.

Pero las cosas también son como son. Las tarifas del transporte están a niveles de muchos años atrás, con independencia del precio del combustible, porque la oferta existente permite a la demanda fijar precios. Todo arranca, además, de un proceso que se inició 25 años atrás, cuando las políticas de infraestructuras primaron la carretera en detrimento de la red ferroviaria, lo que también repercutió en el modelo de transporte. Esas decisiones se cobran ahora su tributo. Porque el problema del transporte por carretera no era sólo que resultara más contaminante que el ferroviario. Es que la dependencia del combustible era una debilidad intrínseca del modelo, como se acaba de comprobar.

Cada vez que se produce una crisis se constata, además, que hay situaciones que no ayudan. Otra debilidad, tal vez no intrínseca pero debilidad a fin de cuentas, es la atomización del sector. Si los grandes distribuidores imponen precios de saldo es porque tienen enfrente a pequeños autónomos, no a grandes empresas de transporte de su mismo nivel.

Finalmente, pero no en último lugar, lo que ocurre estos días es una consecuencia más de las ficiciones en que vive la economía. Es muy fácil decir que los problemas de los transportistas son una mera circunstancia de mercado. Pero es que el mercado, especialmente en el sector petrolero, hace tiempo que ha dejado de existir, sustituido por oligopolios que, por decirlo sin cargar la mano, van a su aire. Y con lo rentable que les sale...

Todo lo anterior pone en cuestión si existe alguna solución a unas circustancias mucho más complejas que las aparentes. Ese mercado ficticio no se alterará en lo más mínimo porque haya algunas colas en las autopistas o se produzca cierto grado de desabastecimiento, aunque sea en las gasolineras. Pero la atomización del sector si que tiene algún posible remedio. Existen experiencias cooperativas de transporte, de larga trayectoria y eficacia probada, que señalan un posible camino. No se trata de una panacea de efectos universales, pero no habría que despreciar sus posibilidades.

¿Es solución el gasóleo profesional? Por mucho que los transportistas cifren sus esperanzas en esta medida, creemos que tal cosa no pasaría de la categoría de paliativo temporal. Una rebaja fiscal para los afectados (mal llamada estos días “subvención) puede que algo arreglara de hoy para mañana. Pero a largo plazo se trata de la típica solución que agrava el problema existente o engendra nuevos problemas. En un contexto de alza descontrolada de los precios petroleros, la rebaja fiscal puede quedar anulada en 24 horas. ¿Qué haríamos entonces?

Es más, hay otros sectores económicos que podrían reclamar, con no menor derecho, un gasóleo profesional. Hay muchas empresas y autónomos que, sin tener dependencia absoluta del combustible, necesitan un alto grado de movilidad para ser viables. ¿Van a ser menos? La justicia tributaria, y la justicia a secas aunque sea a grados, tampoco debería ser olvidada.

La situación de crisis, aunque nos refiramos a ella con eufemismos y acrobacias verbales varias, tampoco ayuda, aunque ahí existen más excusas que realidades. ¿Si el Estado tiene margen para “regalarnos” 400 euros a cada contribuyente, lo tiene para tomar otras medidas que afectan a sectores sensibles de la economía? Bueno, nos dijeron que con los 400 euros se había agotado el margen de maniobra, lo que no ha obstado para hacer posteriores promesas. Al parecer, la caja fuerte del Banco de España revienta un día por los costuras y al otro está exhausta.

Haría bien el gobierno en no olvidar sus promesas y compromisos y en no refugiarse en esa crisis que no reconoce pero que le sirve de pretexto para todo. Pero harían tambien bien los transportistas en no pedir imposibles. Si bien el Estado es dueño y señor de bajar y subir los impuestos, es muy dudoso que pueda imponer una tarifa mínima, como le reclama una de las asociaciones del sector.

Otra cosa es que el Estado pueda aplicar la normativa de defensa de la competencia para aclarar el tupido entramado de intermediarios, que es tan responsable de las cuitas económicas de los pequeños transportistas como el precio del gasóleo.

diumenge, de juny 01, 2008

La realitat descarnada dels acccidents de treball

"El Periódico de Catalunya" publica avui un article d'opinió de Luis de Sebastián sobre els accidents laborals. El plantejament no pot ser més descarnat i cru. Si una màquina cau des d'una bastida i s'esmicola contra terra, la seva reposició té un cost. Si cau un obrer i mor, no hi ha cap cost. Fins i tot és possible que l'empresari hi surti guanyant, si aconsegueix que el substitut cobri menys. Tot plegat, alimentat per un "exèrcit industrial" alimentat per la immigració. I per la crisi, afegiria jo.

És evident que no tots els empresaris responen al perfil, gairebé salvatge, que es descriu en l'article. Però malgrat tot l'anàlisi és bastant ajustada a la realitat, per dura que pugui resultar. És més, com sempre passa en les coses negatives, els responsables, autors o causants seran una minoria, però una minoria molt visible. No cal dir que la lectura d'aquesta opinió és molt recomanable.